en un piso de individuos solos
siempre solos
nos encontramos a la hora del licor
cazando un poco la vida sin saber de caza
haciendo caso omiso de la inseguridad que nos une
hablamos cualquiera
levantamos la voz
leemos poemas escritos para la muerte
la nada
el estadio
el temblor
también temblamos un poco por la posibilidad de sentirnos:
desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos.