Ella y él han llegado
al momento de conocerse
en el bíblico sentido del término.
Su pasión y juventud desbordan
—desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos—,
mientras ambos se toman
desgarradoramente felices
y llegan —desgarradamente— al culmen
de un volcánico amor juvenil.
Han perdido la virginidad
conociéndose en lo íntimo;
y se sienten en un paraíso
tras gozar de las mieles del placer.