Porque ya casi hemos andado
el camino que ayer abrimos
pertrechados de ilusión.
Y si miramos hacia atrás,
vemos logrados muchos sueños
pese a algún que otro dolor.
Y cuando a veces pensamos
que el tropiezo es prueba de Dios.
Ya sólo nos queda esperar
a que feliz, sin nostalgias,
se nos duerma el corazón.
Y sabremos que justamente,
«desorbitadamente quieta,
está la noche entre los dos.»