Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos,
siendo testigo silente del desenfreno entre tú y yo,
cómplice de nuestros besos y caricias plenas de amor,
de este frenesí desbordado que nos nubla la razón.

Plácidamente calmada la noche nos ha cobijado
en esta playa serena que la luna ha iluminado,
y el vaivén de tibias olas el ambiente ha armonizado.
Como siempre, como ahora- nuestro refugio secreto- para darle rienda suelta a nuestros anhelos guardados.