Quedó atrás la ciudad y
su frenético latido de luces.
Caminamos sin rumbo,
entre los senderos húmedos,
de la agreste naturaleza.
Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos.
Parece que aire huele distinto,
algo ya vivido nos abraza,
algo nuevo nos impulsa.
Los recuerdos nos aprisionan,
la melodía de la suave brisa
acaricia la quietud del instante.