Confío en el abrigo de los rostros que mienten
en la hembra cuyas manos surten mis cicatrices
sin agujas, sin hilos, sin abrigos ni horizonte
Confío en la sangre inmaculada
y en la frialdad de los ojos adorables
observo a Dios burlándose en mi rostro
en su grandeza simbólica
Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos.