Se han quebrado tus párpados,
y se ha evaporado tu voz.
Late en tu pecho dormido,
el pimpollo del dolor.
Desmigajando minutos,
siento tu fino temblor.
(Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos).
Quizás algún día me rompa
y recupere la ilusión.
Tal vez cuando esto ocurra
devolveré a tu pelo esa flor,
esa que ahuyenta los miedos,
esa que inspira al amor.