A la soledad no le di mi casa.
Sólo eras tú y yo y todo
lo que nos robaba
nos iba dejando sin ti y sin mi
sobre el sofá sin perros,
la cama perfecta,
el baño lleno de polvo,
la cocina, ¿qué comida?
A la soledad no le di mi corazón;
sólo tú lo veías hasta que no,
Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos
a la intemperie.
Ya el niño se durmió.