El silencio estructura el momento con cierto descaro.
Sólo el sabor reciente a tu piel desequilibra la realidad.
Una brisa de pensamientos atraviesa ese enredo,
en el que las extremidades sometidas recuperan la vida.

Desorbitadamente quieta está la noche entre los dos,
ahora que la pasión ha zurcido los huecos que la extrañeza y la añoranza obraron en la distancia.

Insignificante resulta el mundo ante la grandeza de ese momento,
encargado de recoger en un instante la atracción básica de toda una existencia,
esa conexión indescriptible entre una mujer y un hombre