Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos
y a orillas del corazón,
yacen las palabras secretas.

Vigilia de puertos: sirenas
que lloran tras el malecón
cenizas de luna y traición
que borran un nombre en la arena.

El viento y su aliento de olvido
reprochan tu ausencia al mar,
viajera sin huella y destino.

Desando tu marcha y camino
al borde de un beso fugaz
que trajo tu amor peregrino.