Mi valiente hijo:
(desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos)
enfrentas tu enfermedad con valor;
no recorre por tu ser miedo alguno
Sonríes con traquilidad
No te quejas. No reclamas. Las bromas afloran a tu piel
Siempre transmites paz.
Siguen tus planes para el futuro:
harás muchos cambios en tu vida y en tu hogar.
Sin embargo, la hora fatal nos amenaza…
y los dos sabemos lo que pasará.