Un manto oscuro lleva mi alma,
Tiembla inmóvil con angustiosa expectación.
A su paso borra las huellas
de las que la arena fue testigo en alguna ocasión.

Del silencio emerge una tenue brisa,
Me escruta desde el piélago sin atisbo de emoción.
Nueve olas han bastado
Para dibujar un adiós.

Desorbitadamente quieta
Está la noche entre los dos…
Del pasado solo anhelos quebrados,
Ya sin aliento para prender un amor.