Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos.
El tiempo, casi en susurro,
guarda lo que no se cumplió.

Mi vientre aún oye tu eco,
un sueño que sangró despacio,
y mis manos -ay, mis manos-
que buscaban tu calor temprano.

Sólo queda este vacío,
una habitación sin luz ni voz,
tu corazón que se apagaba
y el mío, que se quebró.