Inmerso en los abismos de mi mente,
escudriñando mi interior estaba.
Rompiste el silencio…
Desorbitadamente quieta está la noche entre los dos.

De tu espiráculo vi libertar
el gastado aire de tu cuerpo,
mismo que abría un surco
en la tersidad del mar.

Y así como llegaste te fuiste.
Solo la luna y yo lo supimos:
ella te baño con su luz,
y yo solo te comencé a amar.