¿Soñamos con puestas del sol cuyos colores no existen?
Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos…
O prefieres que esperemos las salidas cuando el reguetón nos despierta,
porque me encanta dormir con la ventana abierta.
Para no perder la conexión con el mundo, mi amor.

Recuerdo como, antes de venir aquí, bailaba por el centro de Sofía.
En la calle ,,Once de agosto», junto con el aroma a pimientos asados y azúcar caramelizada, saltó una voz: Mamá, me faltan tres céntimos…

A mí también me faltaban tres céntimos para echárselos en la garganta de la rutina.
Y que me dejara… aunque fuera por un respiro.

Hoy vuelven a faltarme, pero no me detendrán de hacerme una Navidad contigo.
Y tú nunca te cansaste de responder a mi pregunta:
“¿Somos reales y de verdad existimos en España?”