Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos
El ojo de ese abismo es esa grieta
la sombra helada del adiós
¿Dónde ruge el dolor y en que cadena
se estremece, se enreda la congoja
cuando el tumor tiñó la rosa roja
de su mejilla en cándida azucena?
La inmensa esfera en la celeste cumbre
lagrimas lleva sin esperanza herida
la rabia al pecho, su agónica morada
Si hoy amanece el duelo dando lumbre
en esta hoguera de mi alma destruida
se enterrarán los restos de mi amada