En el silencio cercano a la medianoche
se asoma una verdad
entre calles desiertas, avenidas mudas y voces ahogadas:
Es el epílogo de este frenesí que se extingue;
dos almas se miran,
ríen y lloran,
se distancian.
Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos,
perdiéndose en esta última vez,
a la espera de que alguno de los latidos
quiera gritar lo que callábamos:
“¿nos volveremos a ver?”
Solo nos dignamos a desearnos unas “buenas noches”.