A ras del avernal,
desorbitadamente quieta, está la noche entre los dos,
con reglón fragoroso que rodea algunos lodos,
se cosecha la indubitable vida de la certeza causal.

Pues de mi libertad sacrificada,
que emancipa el brío de la soledad,
la flor que adula la semilla apresada
se convierte en agua nazarena que fluye por la tempestad.