Machucas mi sombra con la suela de tu zapato,
con tu ternura y tu rabia.
Aguardo el desprendimiento,
la hora en que me devuelvas las horas.
Espero devuelta el silencio, mi máscara de tres ojos.
Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos.
Una quietud tosca, que grita mi nombre.
Forcejeo.
La distancia se disloca.
Me largo sin sombra, pero sí
con un pedazo de tu fuerza.