De golpe un comando de neuronas fanáticas
y optimistas me secuestra… Y te pienso.

El viento no puede llevarse tus palabras
porque sus hilos se enredan en mis manos.

Soy el aire frío de una escondida cueva
que desea el calor de que tú me respires.

Tu veneno me sabe más dulce en el paladar
de mi memoria que el insípido antídoto.

Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos,
y mi torpe corazón se pone de puntillas.
Y en lugar de latidos, da pasitos
de muchacha tímida y descalza
en el suelo frío de mi habitación