Te escribo y sé que escribo
para que no me leas.
Te escribo
y me escribo.
Porque escribirte a ti
siempre fue poner un espejo delante,
obligarme a mirarte(me),
utilizarte de excusa,
lanzarte mi oscuridad
y fingir que es tuya.
Te escribo y sé que escribo
para no leerme.
Pero te escribo
¡qué fácil culparte de mi propio abandono!