Como río de sombras que emerge con pena
que inunda de aguas hasta las alhucemas
te espero en la orilla hasta que apareces,
buscando tu sonrisa aunque no la ofreces.

Como braceros que riman con esfuerzos,
que trabajan con nervio sin ser mastuerzos,
son el torrente que me lleva a ninguna parte
son el deseo que te amputa a que aferrarte.

Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos
Y como nadie nos escucha
encuentro refugio cerca de tu blusa.

Entre caudales sin fortuna rompo a llorar
como néctares de flores faltos de lagrimal.