Anoche estaba escribiendo que me amaban,
cuando estabais dormidos
y mi alma, lunarmente triste,
en camisa de fuerza,
se desangraba alanceada por la indiferencia.
Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos
y su misterio cristaliza en verso averso,
única nana que conoce desde niño
el torrencial silencio.
Lo percibo.
Lo vivo desde arriba
haciendo sonar mis cadenas como si de un fantasma se tratara,
sobrevolando el fruto de su vientre, frases muertas antes de nacer.