Despierto de otro sueño donde tampoco estabas:
océano sin fondo, cielo en tiniebla densa,
y un viento que me arrastra muy lejos, viaje absurdo,
por rutas donde en tiempos negué yo tu existencia.
No sé ya cuántas veces creí ver un vislumbre
de aquella pura llama que en ti perdura eterna;
fue siempre un espejismo, reflejo sin sustancia,
revelación que nunca fue tuya verdadera.
Tú que eres el sentido de todas las palabras,
te ocultas y me niegas dar premio a esta mi ofrenda:
te llamo por tu nombre, sabiendo que no escichas;
te escribo y sé que escribo para que no me leas.