Se miran fijamente
la salvación y la destrucción,
las miramos impacientes,
¿Quién reinará el reino de Dios?
Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos,
las galaxias chocan entre ellas
y aquí un siervo de la nación,
bullicios, hombres, piedras,
suplicando a mi señor.
Es un fin que ya comienza
que nos salve del horror,
del cielo sus puertas están abiertas
por si la hora ya llegó.