Escribo en el eco vacío de mi sombra,
en este silencio donde nadie escucha.
Te escribo y sé que escribo
para que no me leas,
porque mis palabras son espejos rotos,
reflejos de un alma que añora tu voz.
En cada línea, el dolor se transforma,
la tinta es llanto y cada verso un suspiro.
Quizás en esta carta no busco respuesta,
tan solo un rincón en el olvido
donde el amor duerma tranquilo,
sin miedo a despertar tu memoria.