Soy una cicatriz abierta al polvo,
al roce de mi lengua en tu piedra
que nunca llega a empaparse de presencia.

Te escribo y sé que escribo
para que no me leas…
para que tu aliento no me queme
y los pliegues de tu piel
hagan de mí, tu mirada.

Escondo mi carne en palabras que no pronuncio.
Te veo rasgar mis huesos
para que no los rompas,
para que esparzas el barro de mi adentro
y quemes la ceniza de mis besos.