(Se oye levísima la voz del viento)
En marcada en el papel del alma,
Cual efímera marca celestial de la soledad,
(Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos),
La noche está clara y desnuda después del día,
Llena de sueños oscuros sin dominio,
Tan latentes que se reprimen uno y varios,
Antes de salir al cielo enmudecido,
Que con largas uñas rasgan
De la corteza, el trueno que saldrá de mi interior,
Ante el sonido místico de su paz,
De los pies ulcerados de tanto prócer
Que crece a diario en mi soledad amada…