Y aunque tú, hoy, lo ignores, sellada la memoria,
fascinante, serena,
desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos.
Abismo de horas previas a ese viento desnudo
y a esa oscuridad que ayer nos separó.
La lluvia de aquel día avivó la tormenta
en el leve suspiro que la mar se llevó.

Lo asombroso, lo mágico, es que sigues aquí,
como antes, sin lágrimas y escuchando tu voz
te recuerdo entre brumas, difuminado el rostro,
pero sé que eres tú… siempre seremos dos.