Estalla el delirio en mi boca.
Mil pedazos de rosas blancas
arden en un improvisado silencio.
La tibieza de la muerte
clava los ojos en mi pecho,
y del cielo se alejan los besos.
Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos;
noche de Luna decrépita,
noche de sueños púrpura
que rompen a llorar en brazos de la ausencia.
Estalla el delirio en mi boca.
Encuéntrame
y vistamos la Luna de besos y de blancas rosas.