Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos…,
en el eco enmohecido de mis pupilas,
en ciervos que arden a lo lejos marcando el límite,
de la ciega humanidad danzando al filo,
el último son que ha de convertirla
en apenas el despojo de todos los corazones que retumban
como un bombo golpeado por un brazo cansado
despidiendo el carnaval.