Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos
pero estoy solo, enajenado,
cautivo en la demencia,
la tenue luna palidece de angustia
por tu ausencia
y el oscuro cielo de obsidiana
parece tan atroz.
Amenazante y afilada en pos mí
viene la hoz
evidenciando, de infame desamor,
la cruel sentencia
en mi absurdo y loco desvarío
sueño que somos dos.