Este poema -por no llamarlo deseo-
va a ser el final, te aviso.
Te escribo y sé que escribo
para que no me leas…
para que no aparezcas, de nuevo,
como una políglota, tórrida y maniática;
sin ti estoy conmigo por primera vez,
marcando este seísmo con letras de olvido.
En mi cuarto hay una luz que encender,
un planchero que chirría tu ausencia,
una ventana abierta llena de rayos de luna.
Así que déjate de dramas,
tuerce a la derecha en el ramal
y pon mi estrella en tu recuerdo.