Te escribo y sé que escribo
para que no me leas,
para que el eco de mis letras
muera en el abismo de tu silencio,
como un grito que nunca existió.

Palabras que se quiebran al caer,
hilos que tejen el aire sin tramas,
un juego cruel de ausencias y olvido,
donde solo la soledad me llama.