Creí haber encontrado oro en mi cotidianidad, en mi rutina.
Caótica hiciste mi existencia para bien
Cada gris se tornó pastel,
cada madera de mi, un hogar, una hoguera.
Primavera floreció conmigo -y para ti-, y verano trató de estar en mi.
Pero lo verde café se tornó, y lo que alguna vez estuvo lejos del suelo, su destino encontró.
El vino se agrió y desorbitadamente quieta está la noche entre los dos… hay más silencios, más porqués.
Y los días fueron días junto a ti.
No recuerdo como es tu piel o tu forma de comer.
Vas y vienes, nunca estás, nunca te quedas.
Te espero, te pienso, te escribo, sueño contigo.
Vuelvo a ti en cada momento, en cada suspiro.
Me tortura, porque contigo o sin ti, todo seguiría igual.
Me perdí en la devoción de lo que hacías… y en lo que nunca hiciste.