El parque olía a hojas húmedas, a musgo de otoño
Sin corbata, sin saco, sin moño vine a juntar mis dos mitades,
Lejos de las trivialidades, del ruido que definen los días.
Soy la poesía, el verso que arde
y soy ese humano que lucha por su vida.
Desorbitadamente quieta está la noche entre los dos.
El musgo sabe que el yo poeta calla
mientras el otro, el humano, se halla
en el silencio. La brisa me envuelve,
y el tiempo, al fin, se disuelve.
La paz encontrada no pide regreso,
solo el peso exacto de un beso,
que sea capaz de conjugar mis dualidades.