Te escribo desde las sombras de los recuerdos, desde los besos muertos,
desde las últimas fotografías que se quebraron como los cristales.
Cuántas veces te he escrito que mis palabras se convirtieron en lluvia
y mojaron esta soledad que mecanografía poemas a toda máquina.
Te escribo y sé que escribo para que no me leas…
Mis noches se cierran entre los insomnios y poemas que se arrojan al abismo de tu nombre.
Te escribo para olvidarte,
para desprenderme de los recuerdos que me atan a tus brazos.
Te escribo para abandonarte en este desierto de palabras enmarañadas sin sentido,
y sé que eres la única palabra coherente en medio de esta incertidumbre.
Cuando las palabras se juntan ordenadamente forman un poema,
y cuando se desordenan pueden causar la muerte; yo quiero seguir viviendo.