A veces se resiste
El mundo a ser amado,
Cuando te da la espalda,
Cuando calla demasiado
Y al temblor de tus lamentos
No devuelve sino el eco,
Pobre y terco, de tu propia voz.

Desorbitadamente quieta
Está la noche entre los dos;
Al compás de su silencio se escurre
Tu sangre fría, tu valor
Y en recelo te acobardas…
¿No eres tú quien da la espalda
A su amor?