Fue así, ¡como un relámpago!
Una lluvia poética de tu mirar en mí mirar.
Mi nombre saliendo de tus labios en un susurro,
el tuyo, como una caricia, saliendo de los míos.
Dos cuerpos, dos labios,
un verbo conjugado en presente
y el adagio del destino envolviendonos.
Por ello, te escribo y sé que escribo
para que no me leas en el rocío del alba,
en el que dejamos en sentencia la vida,
antes de ser poema decapitado…
en la arena del olvido.