En tenues pentagramas ideales
que vagan en la tarde misteriosos
y lentos, llegan a mí matizados
con canciones desvaídas que
tiñe el viento con su vieja y cansada
sinfonía céltica, al cruzar temeroso
y nostálgico la magia de los bosques
milenarios que fragantes evocan en
la insondable orilla del recuerdo, donde
con la pálida belleza de los tiempos ya
pasados en las noches paganas
te escribo y sé que escribo
para que no me leas…