La ausencia lleva al olvido.

Escribirte es la única forma de retenerte
en mi tenue memoria.

Te escribo y sé que escribo
para que no me leas
en estas líneas que se desvanecen
evaporadas sobre el blanco papel
al igual que el agua de un géiser.

Furtivas palabras que se alejan por la ventana
atravesando una cortina de niebla azul
buscando cálidos céfiros
que las lleven susurrantes a tu oído
en la alfombra mágica
del duermevela de una madrugada.