Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos,
hasta que la luna nos reta
a mirarnos abrazados.
Se oirán besos, más de dos,
y ruidos de alguna pirueta.
Chicharra de la maceta
que silencias tus sonidos,
esperando esa saeta
que se viene con gemidos.
¡Exhaustos quedémonos!