Trago despacio la forma en que cambio.
Siento cómo algo desciende por mi tráquea,
raspa, se instala, y deja un zumbido
que no sé nombrar.

Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos,
pero una presencia se cuela.
No es piel, ni aire, Son las fisuras de mi pecho,
Es una raíz que no me pertenece
y sin embargo soy yo.

Quisiera vaciarme, ser superficie limpia.
Sigo ahí, entre el deseo
de desprenderme de esta densa presión
y el miedo a no saber quién ser sin esto que tengo.