Respiro, amor mío, porque eres el aire
que expande mis pulmones; casa tengo,
porque me das cobijo en tu regazo generoso;
tan dentro de mí te encuentras,
que no requiero de fotografías, porque en el agua
hablan las formas recreadas de tu rostro
y en la noche estrellada y en la tierra toda;
cuando de tu boca brotan torbellinos de palabras
de fuego, hablan los cuerpos transformados
en besos de promesas gimientes;
y si un día el gran dedo afilado nos exigiera silencio,
nuestra espalda tendrá como respuesta
mientras recorremos, vida mía,
el camino de vuelta al mar donde se halla el principio.