«Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos…
Una noche como un hueso de níspero,
imposible de sujetar.
Me bebo los segundos por no encontrar los primeros,
y sigo escuchando de lejos tu latir tan desacompasado
como bailar un vals sin pies.
Las aceras inmóviles, sin semáforos,
hoy chillan silenciosamente como cementerios.
Aún así, busco boyas asterisco que amplíen los puntos finales,
mientras sigo pensando en que si no quieres verme
por qué me miras.
Tardar en rendirse es como perder a plazos.