«Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos…»
Vocería deleitosa en cuyo pecho
Se guarda como oros y diamantes,
Un deseo fugitivo en cuyo lecho
Las ansías que carcomen los amantes
Los que en las oscuras noches se visitan anhelantes.
Mi cuerpo se extingue como el humo
Tu cuerpo se mueve ya muy lento
Esta el deseo como insumo
Y la razón bloqueada al momento
En este instante de final abatimiento.