Culpa en el beso desolado,
el miedo adherido al presagio
y tú y yo, rompiendo el nosotros.
Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos…
hiere su calma,
el vacío hostil de la despedida.
Mi deseo, espera laberíntica
por las aristas de la duda
y sus tinieblas;
tu deseo, reflejo sin destino
quebrado al borde de la nada,
en este instante sin futuro
que deja la huida condenada.