En la penumbra, el tiempo se detiene,
miradas buscan luz, sin encontrarla.
El alma, en un suspiro, quiere hablar,
mas calla el labio, y el silencio adviene.
Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos,
un universo sin adiós, sin voz,
donde la espera queda imperfecta.
Los astros, mudos, velan el momento,
la ausencia pesa más que lo vivido,
un eco sordo, apenas presentido,
congela el aire, lento, muy lento.
Así el amor, herido, no florece,
y en este abismo, el sueño se adormece.