La segunda
Dios sabe lo que haríamos, cómo la vida sería,
lo que en la sombra pensamos, callados en la agonía.
Desorbitadamente quieta, está la noche entre los dos
callada, impasible, sin desvío;
si supieras cómo brilla tu reflejo junto al mio.
Lo bien que juntos estar, y tan lejos, qué ironía.
Tú no me diste motivo, yo no te di melancolía.
Y aquí estoy, vuelvo a pensarte, ya no me queda llorar,
por lo que no pudo ser ni logró culminar.
Te veo en otras miradas, no te pueden igualar.
Piensas que ya te olvidé, mas no es otra realidad.
Espero aún tu mirada, hechicera como un hada;
en mis noches soñadas, por quién estará siendo cuidada.