Es vano el derrotero que es la vida
de aquella mariposa que, inocente,
aletea en el tiempo indiferente
y cree que es una eternidad su día.
Nada hay, pues todo es tan pasajero.
Nada existe en la ribera del mundo
donde dejan su rastro los viajeros
que al mirar atrás ven borrarse el rumbo.
No hay memoria en el vasto universo,
se diluye, como de un poema, el verso.
Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos crepúsculos del día,
y hace eco en la palabra jamás dicha
el rumor de lo que no tiene nombre.